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ARTÍCULOS

Contenido y forma

por Raúl Barreiros



"La palabra es un gesto"

Maurice Merleau Ponty


Diversos pares y oposiciones ha compartido la palabra forma, algunos de ellos son: materia y forma, forma y contenido, fondo y forma. En la aproximación más concreta y simple se puede ver que forma está siempre presente, mientras que los términos acompañantes han cambiado; esto sugiere una pregunta: ¿es siempre la misma forma de la que se habla en cada caso, y es lo mismo materia que contenido, fondo o figura, integrando esos pares? O ¿cada uno de los pares se refiere a cosas distintas?

Dentro de ciertos bordes de significación común se han provocado deslizamientos de un terreno hacia el otro, dando por resultado que se pueda hablar de uno, atribuyéndole las características que figuran en su opuesto, verbigracia: forma del contenido o contenido de la forma dando origen a cierta paradoja. Toda dicotomía, como en el caso de forma y contenido, que aspire a un carácter absoluto solo puede ser mantenida si se desdeña un hecho fundamental. Es preciso ignorar en tal caso que los términos de esta oposición se sustentan entre si. Si bien nunca llegan a coincidir del todo, no sólo se encuentran referidos el uno al otro sino que, de hecho, se necesitan recíprocamente. Incluso se podría afirmar que cada uno de ellos ,en cierto modo, consiste parcialmente en el otro. Baste mencionar otro par que tiñe suavemente el conjunto: cuerpo y alma, considerada esta última, como separada e inherente.

Analizar es seguramente, escindir, dividir, partir, y como no se trata aquí de elementos positivos, naturales, sino de entes creados por el hombre, objetos, es lícito quebrarlos, como fue discursivamente lógico crearlos, como podría serlo reconstituirlos, sintetizarlos.

La forma fue entendida por distintos autores como: causa formal, idea, noción, especie y género. Sin embargo el par materia/forma siempre pudo leerse, en estética, como forma y contenido, rechazando lo que tenía la forma de actualización y considerándola, algunas veces, como lo que podía aceptar cualquier contenido.


Del uso que se le dio a forma y contenido, para los lenguajes o sistemas de significación, elegimos cinco posiciones:

1- La forma es separable, en el sentido de que por lo menos puede describirse y juzgarse independientemente de lo contenido.

2- Forma y contenido son inseparables.

3- Solo tiene existencia concreta la forma.

4- La forma es mera apariencia (continente) para sostener el contenido.

5- La forma es solo un paso del tiempo, espacio y lenguaje hacia otra forma. En esta forma nueva se hallan inscriptas marcas anteriores y nuevas adyacentes, pero que deben ser consideradas una nueva.

Los que sostienen la primera premisa difieren en la importancia que se le da a forma o a contenido; así la forma es la "mera forma" como lo que designa lo estático de una realidad, como si careciera de contenido o significado, lo que lo separa de forma en otro uso que es el de realidad y actualidad.

Los que sostienen la segunda ven a forma y contenido como continuas o fundidas y señalan que no se puede hablar de lo uno sin lo otro. El contenido, el sentido, el significado, se manifiestan en las formas, lo sensible.


Los que sostienen la tercera anotarán que las formas son el mensaje, el único testigo significante, y son ellas las marcas marcadas.

Los que sostienen la cuarta ven a la forma como una mera apariencia y no como el resultado tenaz de la elaboración sobre la materia, la consideran sólo continente de los contenidos.

Los que sostienen la quinta niegan todo dualismo entre las formas y los contenidos, desconocen otra forma de reflexión que no sea sobre signos, más propiamente textos o discursos, y que estos tienen historia y lugar.

Otra disposición que ha generado "forma" es una referencia a lo formal como el lugar de cierta representación en un espacio construido, en cuanto adaptarse a reglas sociales, formal es, en alguna instancia un protocolo de vestimenta por ejemplo. Lejos estas caracterizaciones de aquella concepción aristotélica que otorgaba a la forma el carácter de esencia primera.

La materia es, en cambio, pura posibilidad, aquello que Aristóteles llamó potencia; un signo, por ejemplo, es en algún momento, antes de su ejecución, antes del uso, es pura potencia, pura posibilidad, materia, luego usada en aquella metáfora única e irrepetible se convierte en acto, en forma.


Resultaría difícil establecer que existe un contenido como carga previa a la forma, o formalizable, pues, en todo caso, podríamos pensar que éste es repetible bajo otra forma y si esto no fuera posible y estuvieran fundidos su discernimiento o escisión sólo sería posible a través de la opacidad de las mismas formas, proceso que llamaríamos únicamente de significación y que pareciera alejarse del quehacer metafísico de forma y contenido.

Si entendiéramos la materia como los sentidos ya establecidos, la forma sería la manifestación de ésta en el texto donde hará, recién entonces, imprevisibles efectos de sentido o significados.

Puede haber forma de nada, o vacía, o la forma es forma de algo?

En un ejemplo minimalista, una nota periodística nos puede dar una idea de que el terreno es controversial. En la revista Gente, Carolina Perín escribe bajo un titulo que reza: Forma y contenido: En el lenguaje oral o escrito, uno puede hacer buen uso de la forma y aún así pecar por la vacuidad del contenido. Aparece aquí claramente una escisión, puede (dice el autor) haber una bella forma o aún un uso eficiente de ella sin ningún resultado. La interpretación presupone lo formal. La lectura propuesta es simple, lo formal es una serie de cáscaras huecas que sólo deben armonizarse y son previas a lo que se quiere decir: uno elige las formas y las deja vacías (vacuidad del contenido), o las rellena. Habría así una exterioridad que correspondería a la forma, y los contenidos serían susceptibles o no de ocupar ese vacío. En ese caso, la forma no aparece atada indisolublemente a sus contenidos, como lo suponía Seassure con los significantes y significados como las dos caras de una misma hoja de papel, sino que aparecen separados. Aunque, y no por la interpretación que hace la autora, pueda también suponerse lo contrario: que las formas delatan su vacuidad al transparentarse con lo cual siempre son reveladoras o significadoras de lo que da en llamar contenido, así visto no se entiende cuál sería la belleza si el todo es deplorable.

Si hubiera contenidos de manera independiente, éstos estarían dentro de las formas y entonces sería que las formas fuesen, en realidad, continentes; las pinturas y las esculturas se estarían repitiendo y cambiando sólo sus continentes y las formas serían sólo una variable de la calidad artesanal y no una cualidad expresiva del artista, que a través de ellas habla, ya que esa forma es nueva y sorprendente. Sería aceptar que la forma trabaja para acercarse a un contenido previo, un nuevo platonismo, cuando, en cambio, únicamente se crea en la forma, en las nuevas metáforas. En el sentido que le da Nietzsche cuando señala que el concepto de verdad es un ejercicio móvil de metáforas que sólo el uso convierte en literales.


Borges dice que "podríamos inferir que todas las formas tienen su virtud en sí mismas y no en su contenido conjetural."


La idea de forma es, falsamente, proyectada, como correspondiente al continente sumándole la idea de molde. En cambio, uno debe y puede pensar que el hielo, el agua y el vapor son formas diferentes. Y no los curiosos recipientes donde uno podría colocar el agua, el vapor o el hielo para que estos adoptaran diferentes causalidades. También se puede decir que el vapor, el líquido y el sólido del agua tienen una sola materialidad: el H2O. Eso no es un contenido, es una estructura atómica, pertenece al orden conceptual, ya que en realidad no existe, sino en formas o estados; en todo caso es otra forma, la del concepto de H2O, de su específica agrupación de átomos, que la distingue de otras aleaciones, que no es lo mismo.

Lo que damos en llamar forma, no son sino lo que los físicos llaman estados de la materia, que no tienen el mismo contenido, sino que están hechos de lo mismo. La materia no es un hecho real, sólo la forma que esta adopta lo es. La materia es pura posibilidad, no tiene, pues, realidad por sí misma, necesita de una forma que la actualice. La forma es su imperativo de existencia.



Raúl Barreiros es profesor de Arte y Comunicación e investigador.


Artículo publicado originalmente en Revista Ritornello. Devenires de la Pedagogía Actoral, Año I, Nro. 1, Buenos Aires, 2000, p. 26-29


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